lunes, 16 de febrero de 2009

Tiempo

En la gran ciudad el tiempo toma una dimensión diferente. Puedes llegar tarde, llegar temprano, o llegar justo a tiempo. El tiempo te rodea, pero no tienes tiempo. A veces lo encuentras, pero son las menos. En el andén de la estación del metro, un panel luminoso anuncia todo el tiempo el tiempo que queda para que llegue el próximo tren, el que te hará llegar tarde, llegar temprano o llegar justo a tiempo. Si tras ver el tiempo que falta te queda tiempo de espera, tienes tiempo para sentarte, pensar, incluso escribir esos pensamientos, en un ejercicio de psicoanálisis autoinducido. Puedes observar a las personas que llegarán tarde, llegarán temprano o llegarán justo a tiempo a sus destinos. Puedes observar las vallas publicitarias. Te mandan mensajes durante el tiempo que las miras. Odio los mensajes de las vallas publicitarias, las frases se dirigen a mí, sólo les faltaría llamarme por mi nombre. No me conocéis. Yo tampoco a vosotros, pero al igual que hacéis, me permito la libertad de contestaros. Iros a la mierda. No me hagáis perder mi tiempo.

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