La noche del estreno de La Virgen Pálida, el anterior cortometraje de Sergio Montes al que tuve también el privilegio de hacer el cartel, y estando disfrutando con todo el equipo, recibí la peor llamada de mi vida. Mi padre había sufrido un derrame cerebral estando de vacaciones en Petra, Jordania. Unas pocas horas más tarde me encontraba viajando en un avión rumbo a Amman, para chocarme con la puta realidad. No salió adelante, y perdí al mejor amigo de mi vida a los dos días. La verdad es que aquello me llevó a una época de depresión y ansiedad que todavía no se ha despedido de mí, ni sé lo hará, porque el dolor es para siempre.
Cuando recibí la llamada de Sergio para ilustrar su nuevo trabajo, todos esos recuerdos, que la mente apelotona a pesar de ser cosas complemente diferentes, hicieron su aparición. Es curioso como nuestra cabeza establece relaciones causa-efecto que nada tienen que ver. A pesar de ello, del miedo irracional, por supuesto que acepté el encargo, por la ilusión de trabajar con tan buenos profesionales como los que rodean a Sergio, y de algún modo, para exortizar esos demonios que llevo dentro.
Estamos hablando de hace casi dos años cuando Sergio me hace llegar el guión de Lo mereces. Habíamos salido de la pandemia, y aquello, como a todo el mundo, nos había dejado una huella que difícilmente olvidaremos. En el tiempo de encierro veía como mis amigos músicos, directores de cine, escritores, fotógrafos, pintores… buscaban una manera de canalizar su creatividad, como modo de curación, y con la intención proyectarnos al exterior una pizca de alegría y esperanza a aquellos que les seguíamos por redes. Yo me sentía ligeramente frustado. La creatividad se me había ido de vacaciones a sabe Dios dónde, y no encontraba la manera de plasmar lo que sentía en aquel momento. Hasta que finalmente me lancé con unas imágenes que tuvieron buena acogida en varios grupos, y que incluso una de ellas sirvió para el cartel de una de las ediciones pandémicas de The Spanish Job, de Al Baltax. Y entonces redescubrí la inteligencia artificial, en aquel momento no tan al alcance de todo el mundo, en una fase incipiente. De ahí surgió Insolubilia, que os invito a conocer porque, a pesar de que las herramientas técnicas han dado un salto más que exponencial en este tiempo, la filosofía del proyecto se mantiene intacta, y quizá aún más en vigor, visto el potencial de este nuevo instrumento.
Sergio me envió el guión, y sin pestañear le propuse la idea que tenía para este nuevo cartel. Él tenía una historia, esa historia se plasmaba en un guión, y por último, tomaría forma en el cortometraje. En el fondo, tres maneras de contar la misma historia. Yo le sugerí que quería que el cartel fuera la cuarta manera. Todas naciendo de la misma idea, pero cada una de ellas con su propia interpretación. Y a ello, sumarle una quinta visión, la de la Inteligencia Artificial. El cartel contaría con el diseño de popker, pero las imágenes serían las que la IA me proveyera a través de los prompts que yo le introdujera, una nueva visión de la máquina.
Este trabajo comenzó hace dos años, las imágenes generadas por la IA utilizada ahora casi parecen algo vintage, tienen esos “errores” que ahora están más que superados por la máquina, lo que hace que a pesar de lo “moderno” del proceso, tenga un toque “anticuado”, algo curioso en tan corto período de tiempo. Pero la decisión de mantenerlas en el diseño fue clara, es un reflejo del paso del tiempo, es un símbolo de lo rápido que se nos escapa la vida de las manos, y una buena representación del trabajo ingente, de las horas y noches sin dormir que supone sacar adelante un proyecto cinematográfico. De algún modo, es también un retrato que hago a Sergio de todo el tiempo que ha vivido a cuestas con esta nueva historia que ahora ve la luz.
Y como si de una invocación se tratara, la ansiedad, esta vez por motivos laborales, vino de nuevo a llamar a mi puerta en mitad de todo. Estaba ya saliendo del agujero, cuando por otros motivos, una medicación me hizo efecto con las pastillas que estaba ya tomando, y todo se derrumbó. Colapsé. Acabé ingresado. Allí, entre las cuatro paredes del hospital, cuando ya me estabilicé, pude crear el diseño que ahora presento. Así que este diseño tiene algo de locura, cordura, algo de mi propia sangre, por lo que la elección del color no es casual. El Russian Red del pintalabios es algo más.
La obra de Sergio, desde Rico, es una suerte de trilogía, que no se engarza en la temática, sino en su amor por el cine y la devoción a directores que han hecho historia. En Rico encontrábamos a Tarantino, en La Virgen Pálida a Hitchcock, y ahora en Lo mereces olemos las esencias de Almodóvar.
Así que la decisión del diseño, como ocurrió con el anterior, fue poner parte de la impronta del director en cuestión, en ese caso el manchego internacional. El Rojo Almodóvar, las tipografías que evocan a Mujeres al borde de un ataque de nervios, el manejo de las formas, los espacios vacíos que a veces son más elocuentes que cualquier amalgama de piruetas gráficas…
En definitiva, diferentes formas de contar la misma historia, diferentes puntos de vista, una pizca de tecnología y un viaje en el tiempo para acabar contando una realidad terrible que, tristemente, lleva sucediendo desde que el mundo es mundo.