Soy un fan incondicional de Elvis. Mi casa parece un mausoleo en su memoria. Y me gusta creer que Elvis no murió en el 77. Tal vez sea una idea inocente, pero también quizá sea el último rastro de inocencia que me queda, y quiero preservar ese pensamiento que me recuerde quién soy. Pero al mismo tiempo es bonito pensar que siguió vivo, y que de alguna manera se redimió de su vida de excesos y pastillas, que recuperó el camino de su fe, y que construyó una nueva vida al bajar de ese avión en el que los creyentes del "Elvis está vivo" pensamos que se embarcó a las pocas horas de su "muerte". A pesar de ello, el icono se quedó en esa tumba, vacía o no, de Graceland, y en el 77 yo ni siquiera era un proyecto en la mente de mis padres. Así que, lógicamente, nunca pude fotografiarle en escena. Esto es lo más parecido a lo que me puedo acercar, y aquí queda, en forma de guiño homenajeando al Rey del Rock.
martes, 22 de febrero de 2011
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