La campaña y el zumo

Lo siento. Había intentado con todas mis fuerzas, desde que inicié la andadura de este blog, que el espíritu de lo publicado fuera creativo, artístico, dejando de un lado la faceta política que también forma parte de mi vida. En pocas palabras, quería ser cultureta. Se lo dije a mi madre: mamá, quiero ser cultureta. Incluso estaba pensando en comprarme unas gafas de pasta, pasear por la calle con la Mondosonoro bajo el brazo, y un mp3 ó 4, ó 5, sintonizando Radio 3. Pero he reventado.

Tal vez sea deformación profesional, por mis estudios de Diseño, pero no puedo dejar pasar por alto la reflexión que ha surgido en mi cabeza con respecto a la actual campaña electoral de estas elecciones europeas que nos acechan. La economía de libre mercado, el marketing agresivo, y toda la mierda asociada a la sociedad de consumo ha irrumpido en la campaña electoral. Y oye, sin despeinarse ni nada. Los dos grandes gigantes políticos han puesto en marcha sus campañas, y a mi memoria han acudido aquellos anuncios que tanta polémica generaron hace ya algún tiempo, y no se si ustedes recordarán. Una empresa con una marca consolidada, Don Simón, que fabricaba zumos, lanzó una campaña publicitaria que no hablaba de sus virtudes, sino de los defectos de su competidor en las estanterías de nuestros supermercados, Minute Maid, propiedad de otra gran multinacional. Entretanto, las marcas blancas, quizá de menor calidad, y quizá hechas por esos mismos fabricantes, hicieron su agosto. Ahora una inspección sanitaria ha hecho que esas marcas blancas se hayan retirado prudencialmente del mercado, en espera de tiempos mejores para su negocio. Y los grandes siguen con su juego pueril. Yo, sin embargo, sigo prefiriendo ir a comprar las naranjas al puesto del Mercado Central en el que aún me conocen por mi nombre, y exprimirlas tranquilamente en el ostracismo de mi cocina. Me sabe más rico, qué le voy a hacer.